Con los años he aprendido a mantener la calma y a no reaccionar exageradamente. Todavía estoy descubriendo mucho sobre mí mismo. No me detengo en todo lo que mis padres hicieron mal. Ni en lo que podrían haber hecho de otra manera. He perdido la esperanza de que mi pasado pudiera haber sido diferente. Elijo ser responsable de la relación que estoy construyendo conmigo mismo.

Aferrarse a la ira es como beber veneno y esperar que la otra persona muera. Para las heridas que te transmitieron consciente o inconscientemente, tengo dos palabras para ti: perdónate. No tienes que cargar con lo que no era tuyo.

Algunos dolores nos siguen como sombras. No los pedimos. No los merecíamos. La traición que nunca viste venir. El trauma infantil que nunca pediste. Un abandono que nunca viste venir. Tal vez te culparon por algo que no hiciste. Fuera lo que fuese, no te lo merecías. La gente transmite dolor. Pero, de alguna manera, eres tú quien aún lucha con él. O lo carga. Y se aferra a él.

El hombre sano no tortura a otros; generalmente son los torturados los que se convierten en torturadores. Quien lucha contra monstruos debe procurar no convertirse en uno. No cargues con lo que pasaste y te arriesgues a transmitirlo. Libérate. Cargar con dolor no demuestra tu fuerza. Solo demuestra que te han herido. Y no necesitas seguir demostrándolo. 

Algunas heridas no son tuyas para aferrarte a ellas. Pertenecen a la persona que te lastimó. Su ira, su inseguridad, su daño no resuelto no deberían convertirse en tu identidad. Ni en cómo percibes la vida. El problema es que, cuando sigues dándole vueltas a sus acciones, conviertes su problema en una carga. 

Sigues eligiendo sufrir. ¿Por qué castigarte por algo que no causaste? Si alguien te da un carbón encendido, ¿te aferras a él solo porque te lo dio? No. Lo sueltas. Proteges tus manos. El dolor emocional funciona igual. Aferrarse al viejo dolor no te protege. Simplemente convierte la vida en una carga. La gente extraña sus vidas, desconfía del buen amor y se pierde en el trauma porque aún libra batallas que terminaron hace años. No seas uno de ellos.

Mereces paz más que respuestas. Más que venganza. Libérate. Lo que pasó no estuvo bien. Pero mereces vivir. Ser. La paz mental es algo que se necesita desde hace tiempo. Pero no la conseguirás si sigues dándole vueltas y reflexionando sobre el dolor del pasado. No construirás la vida que deseas si sigues aferrándote a heridas que no causaste. El pasado solo ocupará el espacio que le des. 

Dentro de nosotros, hay voces que nos brindan todas las respuestas que necesitamos para sanar nuestras heridas más profundas, trascender nuestras limitaciones, superar nuestros obstáculos o desafíos, y ver adónde anhela ir nuestra alma.

Deja de alimentar tus heridas. Ya has soportado suficiente. No merecías ser abandonado. No merecías la pérdida. No merecías las palabras duras ni los estándares imposibles. Pero aún los cargas como si fueran tu verdad. Perdona por ti. Deja ir para vivir por ti. Deja de repetir cada conversación, preguntándote si tú eras el problema. No significa que estés fingiendo que no dolió. El dolor no fue tu culpa. Sanar no siempre significa justicia. A veces, solo significa libertad. La paz mental para construir una nueva base.

Tienes derecho a alejarte del dolor. La herida no es tu culpa, pero sanar es tu responsabilidad. No eres responsable de lo que pasó, pero sí eres responsable del tiempo que lo dejaste vivir dentro de ti. Tu salud mental actual puede que no sea tu culpa, pero sí es tu responsabilidad. Cuídate. Tu futuro depende de esa decisión. Libérate. Es hora.

Nombra el dolor para trascenderlo. No lo llames simplemente "dolor". Sé específico. "Me abandonaron". "Me hicieron sentir pequeño". Al definirlo, le quitas el poder de atormentarte vagamente. Nunca encontrarás una razón "suficientemente buena" para explicar por qué alguien te lastimó. Perdonarte no es una excusa para lo que te hicieron. Es la forma en que te niegas a dejar que sus acciones te sigan lastimando. 

Necesitas aprender a sanarte, o pasarás la vida sangrando por personas que no te lastimaron. Y cuando finalmente dejes ir la culpa, la vergüenza, las preguntas, harás un poco más de espacio para ti y para quienes amas. Deja ir lo que no puedes cambiar. Perdónate por lo que no causaste. Deja de vincular tu valor a lo que pasó hace años. No tienes que sobre funcionar en lugares donde la gente no se preocupa lo suficiente. No tienes que ser la esponja emocional de cada persona herida en la sala. No te abandones.

Si cargas con heridas que no merecías, habla con alguien si te puede ayudar. Escríbelo. Corta lazos si es necesario. Di lo que te daba miedo decir. Sé honesto contigo mismo, tanto en el pasado como en el presente. Puede que pierdas a algunas personas en el camino. Pero lo que ganas es claridad, paz y tu vida. No estás roto porque alguien te haya hecho daño. Eres humano. Y ser humano significa que puedes empezar de nuevo. Todos los días.

Libérate. Mereces libertad. El peso que has estado cargando no era tuyo. Déjalo atrás. Lo mejor de tu vida no ha quedado atrás, está por delante. Y mereces afrontarlo sin cargas.

Gracias por tu interés y tu tiempo.

Patricio Varsariah.