La participación activa en la vida significa estar aquí y ahora. Aquí hay una aflicción común que nos impide dormir bien: estás acostado en la cama, con la mente acelerada con pensamientos sobre lo que necesitas lograr mañana, la próxima semana o lo que podrías haber hecho diferente ayer.

El mundo moderno pone gran énfasis en los objetivos futuros. A menudo conduce a una trampa de productividad: concentrarse en tareas o actividades que brindan una ilusión de logro pero que no contribuyen significativamente a sus metas o prioridades.

La presión de ser productivo dificulta aceptar plenamente el presente sin sentirse culpable o improductivo.
Cuando siempre estás concentrado en “lo que sigue” sin tomarte el tiempo para reflexionar sobre tus acciones y hábitos, esto genera una falta de autoconciencia y obstaculiza tu capacidad para lograr un progreso significativo.

Dejas de vivir en el presente real. Tienes prisa, pero no vas a ninguna parte. El miedo existencial aparece en el momento en que dejas de serlo, una ansiedad que te corroe mientras persigues un mañana esquivo mientras ignoras el hoy.

¿Alguna vez has notado lo difícil que es sentarse en silencio, completamente presente, sin la necesidad de revisar tu teléfono, hacer planes o recordar el pasado?

Lo entiendo; Yo también lucho con eso.

El miedo a vivir el presente o a enfrentarnos a nosotros mismos en el aquí y ahora nos roba nuestras experiencias presentes. La vida en el pasado o en el futuro significa perderse el ahora eterno. Las personas oscilan entre arrepentimientos del pasado y ansiedades sobre el futuro, lo que dificulta comprometerse plenamente con el aquí y el ahora.

El dilema puede generar una sensación de inquietud e insatisfacción. Todos somos culpables de ello, ¿no? Es como si estuviéramos corriendo hacia un destino difícil de alcanzar, descuidando nuestra vida presente.
El pasado y el futuro están sólo en nuestra mente; todos estamos en el ahora. Algunas personas temen al presente porque representa un punto en el que pueden percibir una pérdida de control. El futuro puede parecer más manejable porque encierra la promesa de preparación, mientras que el presente puede verse como incontrolable y caótico.

¿Por qué es tan difícil simplemente “ser” sin que el tiempo avance rápidamente en nuestras cabezas? 

No cesa de rumiar, preocuparse por el ayer y pensar todo el tiempo en qué hacer. Es una experiencia humana común. 

Me pregunto: ¿Encontramos consuelo en el pasado o en el futuro?

Cuando enfrentamos nuestra vida presente, la fea verdad es que nos vemos obligados a considerar nuestra existencia tal como es realmente: finita, transitoria y, a menudo, desprovista de las grandes narrativas que construimos para nosotros mismos. La confrontación puede ser inquietante, ya que debemos dejar de quedarnos en el pasado o el futuro y afrontar la realidad de nuestra existencia presente.

El miedo a vivir el presente es a menudo un mecanismo de defensa contra el temor existencial, un sentimiento de ansiedad, vacío o falta de sentido que puede surgir al contemplar nuestras vidas.

Escapamos al pasado, recordando tiempos mejores, o saltamos al futuro, planificando un mañana más seguro y certero. Ambos patrones de pensamiento nos protegen de la incomodidad de afrontar nuestra existencia en el presente.

El miedo a vivir el presente está estrechamente relacionado con nuestra percepción del tiempo, la existencia humana es inherentemente temporal. Somos seres que existimos en el tiempo, y el pasado y el futuro son parte integral de nuestra existencia. Sin embargo, nuestra impermanencia conduce a la ansiedad y la desconexión del presente. Os instó a abordar el concepto, "estar allí", que significa estar en el mundo, y a encontrar significado en el flujo del tiempo, incluido el presente.

Es nuestra libertad el aceptar lo absurdo de la vida y rebelarnos contra ella encontrando nuestro propio significado a través de un compromiso consciente y apasionado con el mundo. Al sumergirnos por completo en el presente, desafiamos lo absurdo y creamos nuestro propio propósito.

Vivir en el presente requiere confrontar nuestro verdadero yo sin las máscaras del pasado o del futuro. Es a la vez liberador y desalentador porque exige que asumamos plena responsabilidad por nuestra vida presente.

La participación activa en la vida significa estar aquí y ahora. La inquietud, la ansiedad, la tensión, el estrés, la preocupación (todas las formas de miedo) son causadas por demasiado futuro y poca presencia. La culpa, el arrepentimiento, el resentimiento, los agravios, la tristeza, la amargura y todas las formas de falta de perdón son causados por demasiado pasado y poca presencia.

El presente es intrínsecamente incierto y la imprevisibilidad de las experiencias de la vida presente puede amplificar el miedo existencial. La incertidumbre sobre el futuro puede generar ansiedad sobre el presente. La existencia precede a la esencia, lo que significa que nosotros existimos primero y nuestras elecciones definen nuestra esencia.

Vivir en el presente requiere tomar decisiones y elegir, lo que puede resultar desalentador para las personas que se sienten abrumadas por el peso de sus decisiones. El presente puede parecer desprovisto de un propósito inherente, lo que hace que algunas personas experimenten una sensación de nihilismo o desesperación.

Si consideramos el concepto de “pavor” o “ansiedad” respecto de la existencia. Creo que los humanos luchamos con una profunda sensación de pavor cuando nos enfrentamos a las infinitas posibilidades de nuestra existencia. La ansiedad puede llevarnos al deseo de escapar al pasado o al futuro, evitando la responsabilidad existencial de vivir el presente.

Abrazar el presente a menudo requiere que seamos fieles a nosotros mismos. Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo el presente. Esto puede resultar difícil para quienes han construido una fachada o han vivido de acuerdo con las expectativas de la sociedad, ya que implica enfrentar sus verdaderos deseos, valores y emociones.

Enfrentar este miedo es esencial para una existencia significativa, ya que nos impulsa a tomar decisiones significativas a pesar de la ansiedad que genera. El existencialismo lucha con la paradoja de la libertad humana. Por un lado, estamos “condenados a ser libres”, lo que significa que debemos tomar decisiones, incluso cuando preferiríamos evitarlas. Por otro lado, la libertad de existencia puede ser abrumadora, llevando a la evasión y escape del presente. Debemos comprender que la libertad de elegir nuestro camino da a la vida su profundo significado.

Reflexionar sobre tus valores, creencias y objetivos puede ayudarte a alinear tus acciones con tu verdadero yo, reduciendo el miedo a vivir de forma no auténtica.

En conclusión, la gran fuga de la vida es un fenómeno complejo profundamente arraigado en la filosofía existencialista. Refleja nuestro miedo innato a afrontar las incertidumbres de la existencia y la temporalidad y el absurdo de la vida.

Sin embargo, al vivir activamente el presente y reconocer nuestra libertad, podemos trascender este miedo y descubrir un significado profundo en nuestras vidas.

Recuerde entonces: sólo hay un momento que es importante: ¡ahora! Es el momento más importante porque es el único en el que tenemos poder. Si bien aceptar el presente es esencial, establecer metas y aspiraciones significativas puede proporcionar una sensación de propósito y dirección en la vida.

Encontrar un equilibrio entre vivir el presente y planificar el futuro es crucial para vivir en el ahora eterno. Es posible apreciar el presente mientras nos preparamos cuidadosamente para lo que nos espera, sin quedarnos ahí.

Explorar y abordar nuestros miedos existenciales puede ser un paso valioso para buscar una existencia más auténtica y significativa.

Saludos.

Patricio Varsariah.