A medida que pasan los años hay una cosa que sé con certeza.
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, agosto 21, 2025

La importancia de valorar cada momento y aprender de las experiencias vividas. El problema es que crees que tienes tiempo, pero debemos recordar la importancia de valorar el tiempo presente y no dar por sentado que siempre tendremos más tiempo en el futuro.
No quiero llegar al final de mi vida y descubrir que solo la he vivido a lo largo. Quiero haberla vivido también a lo ancho.
La lista de cosas que no entiendo crece más rápido que la de las que sí. Cuanto más sabes, más ves lo que no ves. Cada respuesta abre tres nuevas preguntas. He hecho las paces con esa verdad. Si la sabiduría fuera finita, la curiosidad moriría.
El día que dejas de sorprenderte por lo mucho que no sabes, dejas de crecer. Pero hay una cosa que sí sé: el tiempo no me debe nada. No puedo negociar con él. No puedo deslizar una nota por el mostrador y decir: "Me quedo con eso más tarde, por favor".
Soy un pasajero del tiempo. La vida me arrastrará por muchas etapas, coopere o no. Recorro los mismos patrones una y otra vez: amor, pérdida, trabajo, aburrimiento, curiosidad, riesgo, retirada. Pero puedo jugar como si fuera mío. Y luego volver a empezar. No tienes más tiempo. Solo aprendes a usarlo mejor.
Estamos aquí para que el alma se encienda a través de las etapas de la vida. No estamos aquí para "llegar" a una versión final e impecable de uno mismo. Solo podemos regresar con mejores instintos y menos años perdidos. Nunca te quedes estancado. Incluso cuando lo parezca. Cada etapa termina. Cada ciclo se reinicia.
El objetivo es tener el mínimo arrepentimiento. No ninguno. Cero arrepentimientos es una fantasía que nos inventamos para que las malas decisiones se sientan nobles. El verdadero objetivo es perder menos tiempo en cosas que no te importan y más tiempo en las que sí. Por eso aspiro a que mi alma se encienda una y otra vez, de forma imperfecta. Ganas si permaneces en ello, vivo y despierto.
La vida no debería ser un viaje a la tumba con la intención de llegar sano y salvo en un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien derrapar de costado en una nube de humo, completamente agotado, totalmente desgastado, y proclamando a gritos: ‘¡Guau! ¡Qué viaje!’”.
Quienes intentan preservarse terminan más cansados y ansiosos. Están tan ocupados cuidando su tiempo que se olvidan de gastarlo o invertirlo. Di sí a lo que te llena de vida. A todo lo que te ayuda a encontrar el flujo. Deja de ser razonable. Empieza a sentirte vivo. La energía regresa; el tiempo no.
Cuando las cosas se tuerzan (y lo harán), apóyate en que la seguridad es principalmente una superstición. La vida es una aventura atrevida o nada. No digo que te agotes ni que te lances al caos solo por hacerlo. Digo que te uses a ti mismo.
Impulsa la máquina. Reserva la experiencia. Asume el riesgo que te hace perder la noción del tiempo. No quieres llegar al final de la vida y descubrir que solo la has vivido a lo largo. Quiero que también lo vivas vivido a lo ancho.
No estás aquí para resolver el tiempo. Ni la vida. Estás aquí para superarlo. El secreto no está en apresurarse, sino en vivir con propósito. Saber que, aunque no puedas controlar el reloj, puedes controlar cómo gastas los minutos. Ahí está el poder. No en tener más tiempo, sino en aprovecharlo al máximo, como si importara.
Vale la pena defender tu tiempo como si tu vida dependiera de ello. Sé ambiciosa o ambicioso con tus días. Sé tacaño con tu atención. Trata el "después" como la estafa que es. Toma cada día de la vida como una vida aparte. Dedica tus próximas 24 horas a experiencias de calidad. Y luego vuelve a empezar otra ronda.
Un día, el reloj gana. Siempre lo hace. Pero esa no es la tragedia. La tragedia es vivir como si no tuvieras más remedio que aguantar. Empieza a vivir de inmediato, Vive con intensidad, arréglalo. Arriésgate a cambiar de opinión. Desgasta los días hasta que ya no te puedan sostener. Y cuando llegue el final, sabrás que no esperaste a que la vida llamara. Derribaste la maldita puerta.
El punto no es terminar. Sino no dejar nada importante sin decir, nada vital sin hacer. La lista de cosas que no entiendes seguirá siendo más larga que la de las que haces. Pero estarás demasiado ocupado viviendo como para que te importe.
A la mayoría de la gente no se le acaba el tiempo. Se le acaba el coraje. Esperan la certeza, el permiso, que la secuencia perfecta de los acontecimientos se dé. Mientras tanto, el reloj ya está cobrando sus días como si fueran monedas sueltas.
Quema el tiempo a propósito. Haz que tus días sean caros de desperdiciar. Cuida tu atención como si fuera la única moneda que tendrás. Y en cierto modo, lo es. Cámbialo por cosas que te hagan sentir eléctrico, vivo, imposible de ignorar. Cámbialo por las personas que te hacen olvidar mirar el teléfono. Pierdes vida contra el tiempo a diario.
A medida que te acercas a lo inevitable, deja que la vida te encuentre exhausto. Deja que te encuentre tan agotado que no haya arrepentimiento. Y cuando se apague la luz, asegúrate de que lo último que pienses sea: "Rayos. ¡Qué divertido!".
Si mis palabras te trajeron consuelo o reflexión, gracias por tu interés y tu tiempo.
Patricio Varsariah.