2017 ponerse en "paz"
Publicado por Patricio Varsariah el martes, diciembre 27, 2016

Que significa "ponerse en paz" significa que uno no alimenta su enfadado, ni se castiga o reprocha una y otra vez por lo que hizo o dijo, significa que lo acepta deportivamente, como si fallara un tiro a la canasta o la postura de yoga no queda perfecta. Nos se regaña a los niños una y otra vez, ni se insiste hasta la saciedad, se ve o expresa con claridad y se deja estar.
Apretar y soltar -sin machacarse-, esa es la clave. Hemos de practicar este trato con uno mismo y con el otro, y así los conflictos que inevitablemente se generan en las relaciones humanas y que en realidad son una oportunidad para crecer e integrar opuestos complementarios se simplifica.
Presionar al otro, insistir, querer que cambie su sentimiento o perspectiva enreda y complica enormemente las cosas, se lían aún más la madeja energética, los nudos y los embrollos emocionales, con el consiguiente sufrimiento de todos. Hay que decir: “me rindo”. Dejar las luchas de egos, los pulsos y la pelea por la energía. Rendir el ego, soltar el cable de guerra… y que cada palo aguante su vela. Nadie se salva solo pero sólo tu te puedes salvar.
Todo esto es como escribir un numero 8 mis dichosos ochos. Es preciso hacer el ocho una y otra vez, movilizar la energía para que fluya indivisa, sin fugas, en íntima conexión, lo que evita un sinfín de problemas. Esta es la prioridad: cada uno a lo suyo. Y la relación toma la forma del símbolo del infinito, que fluye libremente entre ambos. Ya habrá tiempo de fusionarse en la intimidad para volver otra vez al punto de partida, al ocho primigenio. Es el ir y venir de la dinámica sana: contacto-retirada.
Idealizamos la relación de pareja y nos perdemos en ella. Lo cierto es que nos centramos y nos encontramos en el ocho: el niño y el adulto, bien cohesionados, unidos, amigos, conectados. Juntos en las duras y en las maduras. Comprometidos en asumir la responsabilidad y la libertad de la propia vida con valentía y desapego.
Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta. Desde estas líneas hago una invitación (para 2017) a despertar, a alimentar el alma, a cultivar el santo ocho en el aquí y ahora. A experimentar que el verdadero hogar está donde está nuestro corazón. Y para ello es indispensable la MEDITACIÓN, la conciencia de la RESPIRACIÓN, la PRESENCIA. Es preciso canalizar la propia energía para realizar la misión que hemos de realizar, con la confianza en la mirada benevolente del Universo.
Sólo podremos vivir una vida plena y amar sin condiciones cuando nos amemos incondicionalmente. Únicamente desde esa íntima conexión puede brotar el verdadero y dulce amor que todos anhelamos, y crear y experimentar las relaciones del alma.
El amor que consista en que dos soledades se protejan, se deslinden y se saluden mutuamente…