Existen días en las que el silencio acompaña más que la palabra. Hay momentos donde la quietud aparece para calmar esas aguas que removidas, no te dejan ver con claridad lo que el alma esconde, lo que en realidad necesita…
Quieres contar, explicar, compartir…pero algo en tu interior te susurra; - “silencio”… Y obedeces porque entiendes que así ha de ser, porque necesitas de la quietud para visualizar ese fondo claro, limpio, transparente. Ese que te hará descubrir una visión más nítida de lo que ya conoces, de lo que intuyes, de lo que vas recordando.
Y dando paso a los mensajes que aquellos que te precedieron fueron dejando en tu memoria, intentas retomar el relevo sin juicios, sin dolor ni dudas. Simplemente entendiendo, perdonando y aceptando. Y es que se necesitan épocas donde el silencio acompañe más que la palabra donde la quietud amanse las turbulentas aguas que nos hacen perder de vista el horizonte, para poco a poco ir recuperando ese espacio cedido a un impostor que sin ser invitado pensó que venía para quedarse.
A pesar de mis ausencias, os llevo siempre en mi corazón. Lo sabéis, verdad??? Gracias por seguir ahí.