... vivir en la penumbre
Publicado por / Saludos : Patricio Varsariah el domingo, agosto 17, 2014

La noche de ayer una nueva madrugada de insomnio que siempre me lleva ha pensar en los cambios en la programación y en la rutina, por que el ser humano pocas veces cambia por iniciativa propia, y a menudo se pone en marcha cuando ya no tiene más remedio, cuando todo tiembla alrededor y le ve las orejas al lobo.
El ser humano, aunque esté muy mal, prefiere la comodidad a la incertidumbre del cambio, por eso, la adversidad o las crisis pueden ser buenas porque no nos dan la posibilidad de decidir, sólo existe un camino: tirar hacia delante. Por eso, a veces lo mejor que nos puede pasar es aquello que nunca hubiésemos deseado que nos ocurriese, porque marca un punto de inflexión en nuestras vidas.
Por eso, a veces, la mejor alternativa es no tener alternativas. De otro modo es fácil dejarse llevar por la tiranía de la inercia y que pase el tiempo y todo siga igual. Es bueno tener sentido de urgencia o lo más normal es seguir con la rutina del día a día en piloto automático.
Por eso, a veces, la mejor alternativa es no tener alternativas. De otro modo es fácil dejarse llevar por la tiranía de la inercia y que pase el tiempo y todo siga igual. Es bueno tener sentido de urgencia o lo más normal es seguir con la rutina del día a día en piloto automático.
Todo lo que hacemos se debe a alguna razón, que puede ser obtener algún placer o evitar el sufrimiento. El motivo por el que el punto de inflexión es tan importante es que siempre hacemos más para evitar el sufrimiento que para lograr placer. Esto resulta obvio cuando consideramos nuestro instinto de supervivencia. A veces, en los momentos más oscuros es cuando reaccionamos; el deseo de sobrevivir es tan extremadamente fuerte que nos obligar a luchar o huir para salir del peligro y alejarnos del sufrimiento.
Por desgracia, para muchas personas, las cosas no llegan nunca a este punto tan malo.Siempre recuerdo a un amigo que me hablaba de su relación así: ‘No es suficientemente buena para continuar, pero tampoco lo bastante mala como para dejarla’. Con demasiada frecuencia no llegamos a la rebeldía, al punto de inflexión por los mismos motivos. La situación no es suficientemente mala y nos hallamos en tierra de nadie de la inacción.
Por desgracia, para muchas personas, las cosas no llegan nunca a este punto tan malo.Siempre recuerdo a un amigo que me hablaba de su relación así: ‘No es suficientemente buena para continuar, pero tampoco lo bastante mala como para dejarla’. Con demasiada frecuencia no llegamos a la rebeldía, al punto de inflexión por los mismos motivos. La situación no es suficientemente mala y nos hallamos en tierra de nadie de la inacción.
En los mercados financieros hay una frase que se dice a menudo, cuando las aguas andan revueltas. Y es la siguiente: Lo que tenga que ocurrir, que ocurra ya. Porque no hay nada peor que el goteo a la baja. Un acción cae un poquito (no mucho), y no le damos importancia y esperamos que se recupere. Pero luego otro poquito, otro poquito... y después de un tiempo ha caído mucho. Ese poquito sin importancia, que hizo que no tomásemos acción, más otro poquito sin importancia, más otro poquito sin importancia... nos ha dejado en un situación muy delicada. Por eso, lo mejor es una caída brusca y total, aunque duela y escueza mucho más, porque a partir de ahí, el valor de la acción puede rebotar cuanto antes.
Y es que no hay nada peor que la ‘esperanza pasiva’, esperar que las cosas cambien por simple trascurso del tiempo. Creo que para que las cosas cambien, tú tienes que cambiar; para que las cosas mejoren, tú tienes que mejorar. Debemos aceptar nuestra responsabilidad. No podemos cambiar las
circunstancias, las estaciones o el viento, pero podemos cambiarnos a nosotros mismos. Eso es algo que depende de Uno.
Si nos diesen a elegir entre estar medianamente mal (renqueantes) y estar fatal (crisis), casi todos elegiríamos lo primero. Pero entre ambas situaciones, la primera es la más peligrosa. Cuando estás renqueante, la insatisfacción no ha tocado fondo, y no tocar fondo es equivalente a no hacer nada para mejorar, porque la situación, aún siendo difícil, sigue siendo llevadera. Esto es lo que yo llamo vivir en la penumbra: tener una vida gris en la que no es de día ni de noche, no hace ni calor ni frío, y que precisamente por no estar en el extremo negro, puede alargarse indefinidamente en el tiempo. Eso es lo realmente peligroso.
En cambio, las crisis que tanto tememos son más territorio amigo que enemigo. Son insostenibles y eso las convierte en trampolines hacia el éxito, ya que precisamente por suponer una situación intolerable, hacemos lo necesario para ponerle fin y producir el cambio que conduce al periodo de bonanza.El cambio, casi siempre, se produce cuando uno toca fondo, y Tocando fondo es, precisamente, una canción de Silvio Rodríguez, y que dice en sus primeras estrofas: Tocando fondo, nací un buen día, tocando fondo...