... vencer al miedo
Publicado por Patricio Varsariah el martes, marzo 10, 2015
Hace unos días leí un artículo se titulaba “Las cadenas del miedo” y hablaba de que “el miedoso es alguien que apuesta siempre por el no en caso de duda”, que se rodea de prohibiciones y murallas para intentar evitar el cambio y el sufrimiento. El artículo terminaba diciendo que “no hay que tener miedo. Nunca. A nada. Salvo a nuestro propio miedo”.
Pero, actualmente, ya no estoy de acuerdo con este final. ¿Por qué? Porque he descubierto que tampoco hay que tener miedo al propio miedo. He aprendido que el miedo puede llegar a ser un gran regalo, una buena noticia, se trata de una reacción espontánea y casi inevitable. Todos tenemos miedo en algún momento. El miedo es un mecanismo de autodefensa que aparece cuando menos lo esperamos y sin que nos demos cuenta, pero no hay nada malo en él. Lo malo –o lo bueno- es lo que nosotros decidimos hacer con ese miedo.
El miedo no es un veneno que se cuela bajo la piel y lo vuelve todo oscuro. El miedo no es más que una puerta que podemos –o no- atravesar. El miedo surge ante una situación, ante una persona, ante el futuro, pero no es algo tangible. En realidad, no es más que un pensamiento que, si no conseguimos descodificar, puede acabar convirtiéndose en una obsesión, paralizarnos y dejarnos –entonces sí- en la más oscura tiniebla.
Pero, ¿cómo abrir la puerta?, ¿cómo atravesar lo? Dicen que, para vencer el miedo, hay que ser valiente. Pero yo creo que eso no es suficiente. La valentía no siempre sirve. La valentía, en ocasiones, puede ser solamente una pura inconsciencia. Para vencer al miedo hay que mirarlo cara a cara y descubrir qué es lo que está tratando de enseñarnos. Para vencer al miedo sólo existe un arma posible: la luz del conocimiento.
Así pues, cuando llegue el miedo, no lo rehuyas. Acéptalo, míralo a los ojos, trata de comprender lo, de escuchar lo que viene a contarte. Cuando lo hayas observado bajo la luz del conocimiento –ya lo verás- desaparecerá sin dejar rastro.