Recientemente un hacker ha obtenido las fotos que algunas actrices se habían tomado en la intimidad de sus hogares. Y se ha vuelto a abrir el debate entre los que opinan que esto es una violación de la intimidad, y los que vienen a decir algo así como: "¿A quién se le ocurre guardar en una nube digital fotos íntimas?" Creo que ambas opiniones tienen su parte de razón. Evidentemente, se trata de una violación de la intimidad personal. Sin embargo, creo que hay más factores que aunque no anulan esa violación, desde luego ofrecen una visión más amplia.

La moda creciente del "sexfie" o selfie con componente sexual sólo es una de las acciones que permite la tecnología punta y que están orientadas al auto-ensalzamiento. Se ve que esto de verse en una tele, en una pantalla, o en un móvil, nos da una sensación de autoimportancia personal. Si uno cree que además tiene algo interesante que enseñar de su anatomía, ¿por qué no enseñarlo?. Como tantos otros deportes de riesgo cada vez más estúpidos, la consigna parece ser precisamente ésta: "Si se puede hacer, ¿por qué no iba a hacerlo?"

Todas esas actrices saben perfectamente que la red es insegura, pero estoy también seguro de que eso debe añadir una sensación de riesgo. Aparezco en una pantalla, sólo para mi pareja, pero estoy en la nube. Mi cuerpo está en la nube, eso debe ser súper. Internet es un deporte de riesgo. Colgar cosas siempre provoca un subidón, por aquello de cuántos "me gusta" voy a conseguir, o cuántos comentarios buenos o malos voy a obtener.

La tendencia hacia la falta de previsión de las consecuencias de los propios actos es cada día mayor. Hay una creciente delegación de esas consecuencias en compañías de seguros, equipos de rescate y gobiernos. Yo hago lo que me da la gana, y si luego algo sale mal, la culpa no es mía, sino de los servicios de ayuda. Los rescatistas profesionales están hartos de recoger en las montañas a idiotas ineptos que se lanzan por precipicios o suben pendientes imposibles.

Ahora uno se toma una foto en pelotas y la pone en una nube. Pero viene un desprendimiento de nube y las fotos se desparraman en las pantallas no deseadas, y viene el llanto y la queja. 
Y sin embargo, todo eso es necesario, y seguirá ocurriendo. Por ello, los rescatistas se harán cada vez más expertos en rescatar a deportistas cada vez más ineptos, y los responsables de seguridad cibernética crearán nubes cada vez más seguras, lo cual provocará que nuestro instinto natural de preservación de la intimidad se relaje cada vez más.

Es solo mi sincera opinión.