Hoy mi escrito, tiene un trasfondo particular, voy a hacer confesión de todo aquello que afecta a mi corazón, quiero confesar que mi vida, no ha estado un valle de rosas por donde pasear, que desde siempre he tenido que luchar, por sentirme seguro, por no caer en manos del miedo y de no saber como debo ser. Hoy quiero confesar que a pesar de haberme labrado, en mi camino unos estudios con los cuales, poderme defender, si he de ser franco pocas años los he podido ejercer, tal vez por falta de ambición, tal vez por que a quienes acudías, les daba miedo que un día, les superaras en conocimiento y buen hacer. ¡ Cuanta estupidez!, quiero confesar que amores en mi vida habido y han dejado su huella en mi ser. Pero verdaderos .... con bellos recuerdos a mi ser.....? Uno tal vez llego siendo muy joven, y contra los obstáculos yo no puede vencer,otra es mi alma gemela, que aunque le vea se que no la podre tener. Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo. 

Más el destino ha puesto a una persona, que tal vez cuando a mi me llegue el momento de la vejez este a mi lado en lo que yo pueda menester. Ahora cuando ya han pasado muchas primaveras veo como las pocas ilusiones que uno guarda en el fondo de su ser, son barridas por el viento de la ignorancia y el poder. Yo no aspiro a ser nadie con poder, solo quiero sentirme útil y ayudar a quien necesite escuchar o ver que siempre hay un porque, que la luz de un nuevo día, sale en el fondo de nuestro ser, pero que la sociedad en su injusto proceder hace que todo se hunda y al final nos quede la sensación de ser, como esas hojas que en el otoño están a punto de caer y que sin embargo se resisten a soltarse del árbol que las vio nacer. No estoy en depresión, solo es un simple bajón que te hace ver más claro, que en este mundo solo triunfa la estafa y la sin razón.

En nuestra sociedad, todo parece llevarnos en la dirección contraria, a la de ese ritmo lento y pausado que facilita el disfrute de los pequeños placeres cotidiano. Sin embargo cada vez son más las personas que deciden apearse de ese tren de las prisas en las que lo “urgente” gana siempre la partida a lo verdaderamente importante. Y es que, las prisas no son malas consejeras, sino que, además, hacen que muchas veces pasemos de largo ante las oportunidades.
El tiempo merece que le tengamos un altísimo respeto, el cual no se puede comprar ni vender, ni tampoco pedir prestado. Nuestro tiempo es un recurso “no renovable” por eso vale la pena procurar disfrutar cada día, porque el tiempo que pasa no lo podemos recuperar.

El verdadero momento es aquel que va marcando los pequeños detalles de nuestra vida. Saber identificarlo es un don que sólo se alcanza yendo más lentos, estando más atento, etc., porque a veces dichos momentos nos visita a menudo, pero no sabemos reconocerlos, corriendo como vamos de un sitio a otro.Ir más despacio no significa hacerlo todo con parsimonia. La lentitud es sólo una metáfora. No se trata de hacerlo todo más lentamente, sino de concedernos tiempo, para mantener la quietud interior, para saber cuando tenemos que correr y cuando tenemos que ir más tranquilo.