En esta madrugada de otoño, quiero escribir sobre un tema que ya lo he tratado en muchas ocaciones, un tema muy real y cotidiano y va dedicado a todas esas personas que en estos momentos se sienten identificados con estas palabras,a todas esas personas que se encuentran invadidos por ladesesperanza.

Hay personas capaces de cogernos de la mano mientras nos arrebatan el alma y la sangre, diciéndonos que es por nuestro bien y que tienen derecho. El problema no sería tan complejo si fueran, por ejemplo, simples compañeros de trabajo. La auténtica gravedad está en que sea la familia quien ejerce esta manipulación.

Todos sabemos identificar a una madre tóxica, o incluso a ese padre ausente que aún estando cada día con su familia, carece de emociones o cercanía para criar unos hijos. Ahora bien, lo curioso de las familias narcisistas a las que yo llamo familias tóxicas,  es que uno suele llegar a la adolescencia o la madurez dándose cuenta entonces de cómo actúan dichos progenitores.

Las familias tóxicas son aquellas que te increpan cada día que has llegado a ser quien eres gracias a ellos. Suelen disfrutar llamándonos la atención y son capaces de manipularnos para conseguir sus propósitos aunque te hagan daño. Aunque en realidad, siempre culparán a sus hijos de hacerles sufrir a ellos.Hablamos por lo general de “familias tóxicas”, aunque si bien es cierto que esta característica pueda tenerla bien el padre o bien la madre, también puede ocurrir que lo ejerzan ambos progenitores por igual.

En este caso, lo que casi siempre suele ocurrir es algo tan dramático como triste: los padres tóxicos ven las necesidades de sus hijos como algo secundario. Son incapaces de ofrecer los dos pilares básicos en la educación de un niño: seguridad y confianza. Estas carencias emocionales causan serias consecuencias en la edad adulta. La familia tóxica ejecuta en el día a día un sistema casi innatural donde se busca satisfacer en exclusiva las necesidades de los padres, dejando a los hijos en un segundo plano.

Los padres tóxicos muestran un espejo a sus hijos donde se hallan sus propias carencias. Esperan que éstos reaccionen y  las atiendan, pero al no conseguirlo ni entenderlo, los niños se sienten perdidos, desarraigados e incompletos.Este tipo de comportamientos y de crianzas resultan a su vez muy problemáticas. Basta con poner un sencillo ejemplo:

– Tenemos a un niño que ha obtenido malos resultados en el colegio. Si los padres son maduros y responsables, se preocuparán en saber qué ha ocurrido y buscarán estrategias de mejora: ¿Tiene el niño algún problema? ¿Sufre estrés? ¿Necesita unas clases de refuerzo?

– Para los padres tóxicos no hay ningún problema implícito que abordar. El propio niño “es un problema”, alguien que se empeña casi sin darse cuenta en hacerles la vida más complicada. Es decir, se dejan a un lado las necesidades personales de los hijos para focal izarse en uno mismo.

Ahora bien, que pasa con estos hijos de padres tóxicos.. ,estos niños llegan a concebir que sus necesidades no son importantes, que sus emociones no tienen valor porque no se ven atendidas ni reconocidas.Generan graves carencias, graves vacíos que o bien pueden trasformarse en rabia, o en un retraimiento muy acusado con el fin de “protegerse del mundo”. Una persona que no recibe un vínculo saludable en cuanto a seguridad, reconocimiento y cariño, no encuentra su lugar, no se concibe a sí mismo como capaz o importante. Las carencias son por tanto muy graves. Es común que los hijos de familias tóxicas no lleguen a aprender cómo validar sus propios sentimientos, y cómo satisfacer sus propias necesidades.

Si es tu caso, si has tenido que vivir una infancia con una madre o padre tóxico y una madre que lo reforzaba, o a la inversa, sabrás cuánto tiempo te ha costado tratar esas heridas internas, esas carencias que hay que remendar como los descosidos de un muñeco roto. Cuando descubres la verdad sobre tu familia tóxica, debes promover el retorno hacia ese mundo afectivo para sanarte a ti mismo.

Es necesario llegar a la edad adulta superando ese duelo para protegernos, para darnos la oportunidad de aprender a confiar y querernos con integridad. Se perfectamente que no es fácil, y que dicha sanación requiere un profundo viaje interior para corregir la idea de que algo en TI está mal, o que no tienes el derecho a ser amada o amado. Necesitaras tiempo, confianza y sobre todo, saber tratar a tu familia tóxica, por lo que debes mantener una adecuada distancia emocional.

Debes recordar que las familias tóxicas buscan ante todo controlar y estar por encima de Ti. Por ello, no van a dudar en humillar y menospreciar de una forma sutil o directa. No lo permitas, “desconecta” su impacto emocional en ti. Quítarles poder.Mantén una relación menos íntima y más superficial. Tengo muy claro que la única solución no va a ser siempre “romper” con ellos y dejar de verlos. Es complicado, y de alguna manera, a veces, estamos obligados a seguir manteniendo contacto.

Ahora bien, si les quitas poder necesitas también protegerte  y establecer una relación más superficial. No dependas de ellos en especial a nivel emocional, si te sientes mal no acudas jamás a ese padre o esa madre, porque entonces “tendrá poder” sobre ti y te hundirá aún más. Acepta que no vas a poder cambiarlos, eres tú quien debe salir de su círculo. No puedes cambiar a quien te hace daño. Ahora bien, en lugar de cargarlos sobre tu espalda, sal de su círculo de poder y no pierdas energías y esfuerzos en vano. Hay quien no se deja salvar, y en este caso, quien merece ser salvado y sanado eres tú.

Los padres y madres tóxicas tienen la capacidad de moldear Tu vida haciéndote creer que pueden y que es lo mejor para Ti. Eres Tu esos espejos donde proyectan sus carencias y necesidades. No lo permitas, hay familias que no saben amar a sus hijos, date al menos el privilegio de amarte a ti mismo y poner distancia.