Una de las más bella y célebre obra de Frederic Chopin. Este nocturno está lleno de melancolía por sus arpegios, siempre sutil y lleno de exaltación puesto que la pieza termina tan silenciosa como se inicia. Chopin escribía sus obras de forma que su digitación obtuviera la sonoridad que deseaba, hecho curioso, ya que a él le gustaba dejar al intérprete la libertad de ejecución.

Es muy difícil encontrar un buen amigo, más difícil todavía dejarlo e imposible olvidarlo.