Soy como un libro. Aparentemente aburrido. Fácil de echar a un lado. No te das cuenta si está o no está ahí; pero una vez que lo abres descubres que por cada página escondo un secreto. Que no soy como pensabas. Y que soy mucho mejor de lo que parezco. Que tengo magia, que tengo imaginación. Que estoy lleno de inspiración y lleno de acertijos. Que soy un misterio, pero nadie lo sabe.. Porque soy esa clase de libros que nadie lee.

Con el paso del tiempo he aprendido, amanecer tras amanecer, tras muchos amaneceres en estos años de vueltas alrededor del sol, a poner las cosas en su sitio, a sembrar estas pisadas de crecimiento, a dejar que la oscuridad ciegue otras miradas, si están empeñadas en ello, sin dejar enturbiar la mía. Y no es perfecta mi vida, ¿hay perfección? No y sería aburrido.

 La mía no lo es, por supuesto, porque vivo en medio de todos, pero me levanto tras cada caída, me reinvento a mí mismo, hago de cada caída o tropiezo una oportunidad para ver en qué puedo mejorar y seguir adelante, una y otra vez, no es que sea fácil ni difícil, pero creo que es la única y máxima responsabilidad para con nosotros mismos. Tanto que el planeta anda obsesionado por el qué dirán los demás, cuando solamente debiera preocuparnos y ocuparnos el darnos cuentas a nosotros mismos, en lo que nuestra conciencia nos diga.

Para documentar huellas invisibles de soledad, abandono, desamparo, escribo versos empapados de tristeza, poemas de amor y desamor.Costuro mis heridas con cicatrices de recuerdos con metáforas de lágrimas, con figuras de dolor. Beso la soledad y lloro a carcajadas esta melancolía me enloquece y me mata. Allá a lo lejos, se escucha un canto de amor lastimero, y un aprendiz de poeta llora.¡Ah cómo duele la vida!

Amo a la oscuridad que te da forma, y te deja caer como una gota corrosiva sobre mi piel, que se vuelve insolente, y no entiende la penumbra que muerde la esperanza. Por eso prefiero que te unas a otro cuerpo, alimentes otro calor acostumbrado, aunque el dolor de saberlo se encadena a mi otros dolores. Te digo ahora, sin remilgos, la vida se me está yendo por un hoyo de hormigas.

No hay ojos donde me mire y los nombres de los años que cargo, los ignoro. Precisamente hoy, uno de esos años, me desafía, vuelve revuelto de ruidos embriagados. Reclama deserción, cuando traicionó mis sueños. Pude tener todo, hasta tenerte a ti, si llegas más temprano. Mi piel añora el suave tacto de tus manos, que nunca me tocaron. Me despido, de la misma manera que te conocí. Lo recuerdo bien, pasó un tiempo para que me dirigieras una palabra, después hablábamos de todo menos de nosotros, y al final, cuando tenemos que hablar, mi tiempo se termina.

Quiero pedirte un beso, no te espantes, no quedará huella alguna del beso; lo juro por Dios que me está abriendo las puertas del cielo, nadie lo sabrá y cuando regreses a tu mundo, reirás a carcajada por haber besado a un moribundo…” La ironía de mi triunfo, porque… ¡El beso me gustó!

Divagando en la madrugada


he dicho..

Patricio Varsariah.