Es muy bueno saber,la clara diferencia, entre la felicidad basada en las sensaciones , y la felicidad basada en los valores , y como a veces nos confundimos con unas y otras, y aunque su aportación es muy necesaria, no tienen el mismo peso en lo que a nuestra felicidad se refiere. 

Es muy fácil que quedemos atrapados en la "felicidad del momento" en los deseos efímeros que tras su paso nos dejan sin más , y es fácil perder el rumbo cuando las marcas que nos guían ,no son firmes ni duraderas. 

Es importante darle a la vida su soporte, hacer de la misma un proyecto , siempre a nuestra medida, y desde nuestro centro. Y en eso nuestros valores tendrán que estar ordenados y graduados según nuestro propio criterio. 

Es interesante que lo que nos une y lo que nos aleja es también ese orden en que hemos determinado nuestro valores. Cómo nuestras relaciones pueden resultar gratificantes y aportarnos experiencias positivas, o por el contrario pueden ser una fuente de conflictos , si no tenemos presente que cada cual tiene libertad de establecer su propia escala de valores, y que si exigimos sean respetados los nuestros, nada distinto hemos de querer para los demás. 

En eso todos tenemos que ejercitarnos, porque somos muy dados a que los demás sean como a nosotros nos gustaría, a que piensen como nosotros pensamos, y que crean en lo que nosotros creemos... y todo basado solo en nuestro propio criterio No es fácil ponerlo en práctica, no es sencillo , no estamos acostumbrados, pero es buen momento para hacer cambios, y reconocer que ser distintos no es una amenaza si estamos dispuestos a no juzgarnos, a no cuestionar donde ponemos cada cual nuestros propios valores, y como nos sentimos con ellos. 

Por más que lo intentemos, ningún cambio será duradero, ningún valor tendrá sentido, si nos fue dado, si no lo elegimos y nos fue impuesto. Tarde o temprano descubriremos que ese no es nuestro camino y lo abandonaremos para seguir nuestro propio sendero. 

A todos las personas que quiero y que me ayudan cada día a respetar mis propios valores y los ajenos. Gracias 

Patricio