El arte de vencer las grandes dificultades se adquiere y se aprende con la costumbre de afrontar las pequeñas. Todo consiste en tomar las decisiones que nos permita pasar a las acciones eficaces, que nos hagan responsables y capaces de transformarnos. Así, cada vez que, nos lamentamos de los obstáculos que la vida nos presenta, sufrimos una derrota personal y tiramos la toalla; pensemos que cualquiera que sea la adversidad que llegue, ésta puede superarse. Todo llega a base de constancia, esfuerzo y sacrificio.

Existen lugares con menos remedios y oportunidades que otras, y sin embargo las personas no dejan de ser  creativas ante los  problemas que se les presentan y emprendiendo siempre nuevos proyectos.
          
Los problemas y dificultades aparecen tarde o temprano y de forma más o menos continuo en la vida de cualquier persona queramos o no, y cuando dicen aparecer no  podemos hacer nada por evitarlos, lo que si podemos hacer es enfrentarnos a ellos y tratar de poner soluciones. La práctica hace al maestro y no hay especialización posible sin la constancia en el aprendizaje, superando las dificultades que, con toda seguridad, irán apareciendo a medida que nos vayamos encaminando hacia el éxito.
             
La vida nos enseña constantemente que no se logran grandes cosas ni objetivos importantes, sin grandes esfuerzos y fatigas; necesariamente debemos asumirlos, a ser posible con ilusión y hasta con alegría, pues si nos dejamos amilanar por el miedo y por la cobardía, las dificultades se nos presentarán como obstáculos insalvables.
            
Si uno se cree incapaz de enfrentarse a una situación nunca lo hará. Este tipo de planteamientos para lo único que sirven es para desanimarnos e incapacitarnos para enfrentarnos a las dificultades. Igual que nos enseña, como decía anteriormente, la vida está llena de pruebas y dificultades. Podríamos llamarlas “tormentas” que pueden consumir tanto nuestra vida, que nos debe llevar a aferrarnos con toda nuestra fuerzas para no “soltar” y luchar siempre por sobrevivir.
             
Muchos de nosotros y a través de nuestra existencia, somos probados más duramente que otros, pero solamente los fuertes,  resisten a esa “tormenta” y sobreviven resultando victoriosos. Hay un sentimiento maravilloso que viene con la victoria de la fortaleza: perseverancia, determinación y en especial, toda la ayuda de la Providencia. Si nos armamos de un espíritu valiente y atrevido, los obstáculos se empequeñecen ante la fuerza de nuestro coraje, activando todo nuestro potencial físico y mental, pasando a la acción, sin dejar ni siquiera una mínima oportunidad al fracaso.
           
Por tanto analizando todo lo que vengo diciendo, y por pura lógica, la falta de voluntad, de valentía y de coraje, agigantan las dificultades cotidianas y hasta las crecen, por el miedo, la cobardía y la falta de decisión.
           
Animémonos pues, a emprender, a cooperar, y luchar por materializar nuestros sueños, actuando de forma responsable y usando todo lo que hay a nuestro alcance, ya que muchas veces nos convierten en privilegiados, para demostrar que somos una sociedad viva, que merecemos lo que hemos heredado, y que aún queda mucho por hacer y muchos problemas que resolver. Disfrutemos todo lo que podamos de la aventura de atrevernos con las dificultades.