... escuchar lo que no se dice
Publicado por Patricio Varsariah el sábado, octubre 31, 2015

La comunicación eficaz es fundamental para las relaciones humanas.“Si no hay comunicación no hay ser humano”. Algunos errores que cometemos a la hora de comunicarnos nos pueden meter en un buen lío sin quererlo. Otras veces, la forma en que nos comunicamos puede estropear nuestras relaciones con los demás, porque dan una imagen de nosotros que no es acorde con la que deseamos proyectar o con lo que realmente somos.
Los mensajes escritos son una forma fácil y rápida de comunicación que tiene muchas ventajas, porque lo que queda escrito es más fácil de recuperar, entre otras cosas. Sin embargo, pocas personas escriben a la misma velocidad que hablan o piensan. Esto implica un desfase que puede dar como resultado un mensaje diferente al que se quiere transmitir. Expresiones mal empleadas, modismos, faltas de ortografía, correctores automáticos, etc., pueden dar lugar a un mensaje erróneo. Evitar este error es tan sencillo como revisar el texto que se vaya a enviar antes de hacerlo, da igual que sea en un papel, en un email o en un mensaje de texto o SMS.
A muchas personas les incomoda dar malas noticias y, para evitar el mal trago, usan el correo electrónico para transmitirlas o, peor aún, las aplicaciones de mensajería instantánea. Sin embargo, estos canales no suavizan los mensajes y dan lugar a malentendidos. Además, se pierde todo el poder que tiene el lenguaje corporal y no ofrecen una vía para dar salida a las emociones más intensas. Por lo tanto, cuando tengas que dar malas noticias o hablar de temas delicados no usen la comunicación escrita y habla en persona con el interesado. Hablar de forma directa con la otra persona nos permitirá utilizar las señales del otro para saber si el mensaje está claro y aclarar cualquier duda. Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice.
Las conversaciones difíciles no son agradables. Pero cuando hay un problema que necesita solución hay que enfrentarse a ellas. Evitar una conversación difícil es un manera de conseguir que el problema sea cada vez peor. Los problemas no se arreglan solos, aunque aparentemente parezca así cuando dejas las cosas correr. Y si tú no lo solucionas, dejas el asunto libre de caer en las manos menos adecuadas. Si tienes por delante una conversación difícil no le des más vueltas y afróntala, cuanto antes mejor.
Cuando enviamos o comuniquemos un mensaje debemos asegurarnos de que el receptor lo ha recibido y lo ha entendido. Esto nos ayudará a ser cada vez más eficaz en tu forma de comunicarte con cada persona y a conseguir resultados. Para comprobar que tu mensaje ha sido entendido correctamente, debemos utilizar preguntas abiertas que comienzan con “cómo”, “por qué” o “qué”. Estas preguntas estimulan la reflexión y estimulan la comunicación. La asertividad es la capacidad de decir las cosas como son y como se sienten sin herir a los demás. Muchas veces, por evitar un posible conflicto, no comunicamos nuestras necesidades, o apuramos tanto que, cuando lo decimos, perdemos las formas.
Acostumbrarnos a decir las cosas bien, sin ofender, pero defendiendo nuestros derechos y nuestros deseos. Al final vamos a tenerlo que decir de todos modos. Cuanto antes lo hagamos menos tensión acumularemos y más fácil será hacerlo. En situación de tensión y frustración es fácil reaccionar emocionalmente ante un problema o una pregunta, en vez de responder con calma. Muchas personas creen que esto está justificado, pero lo cierto es que no lo está. Este tipo de reacciones emocionales pueden dañar nuestra reputación, molestar a las personas y dar la impresión de que nos falta auto control.
Finalmente por todos los medios debemos intentar mantener la calma antes de contestar y actuar. Si sentimos que estamos muy tensos, a punto de estallar, cerremos los ojos y contemos hasta 3 (o hasta donde necesites). Si respondemos agresivamente o emocionalmente vamos a complicar mucho la comunicación con los demás.