Quiero comenzar este escrito con una pregunta : ¿Qué les hicieron a las mariposas que ya no vuelan de día y sólo de noche? 

Cuando cada año el índice de divorcios aumenta,y vemos adolescentes embarazadas convirtiéndose en madres solteras a los 13 y 14 años; cuando ya son escasas las parejas que celebran sus bodas de oro o ya de perdida de plata y es lo “normal” que tus papás estén separados; cuando ya no suelen preguntar “¿quieres ser mi novia?” y dan por hecho que después de tres salidas y besos “salen”;  parece que nos hemos acostumbrado a una nueva manera de entablar las relaciones sentimentales y de pareja, fuera del romanticismo de antaño, del cortejo, pero sobretodo de lo que realmente queremos en la compañía del otro.

¿Qué ha pasado con jóvenes y adultos, que tal parece que ya nadie quiere utilizar la palabra “novio”, “novia” y la hemos cambiado por el anglo-término “free”?

Defino free -aunque realmente no es algo que comprenda del todo- que significa libre, ¿de qué? del otro, obviamente. Libre de sentir, libre de compromisos, libre de estar en la cama con quien caiga esa noche. Es una relación que no involucra sentimientos, que no incluye “dramas”, que ambos pueden salir con otras personas y estar juntos a la vez porque no hay nada comprometido. No se deben fidelidad, ni llamadas, ni invitaciones a comidas familiares, ni presentaciones formales; mucho menos se deben “títulos” y ni mencionar la palabra que suena peor que sirena de la Cruz Roja (compromiso) porque inmediatamente se “rompe” el free. ¡Cómo se puede romper algo que nunca comenzó!

La base del free se mantiene mediante el vínculo meramente carnal, sexual y la diversión, si es que se tienen las facilidades al alcance. Se dejan de lado los protocolos, el cortejo y se va directo a la acción. Dejamos el “bla, bla, bla” y seamos honestos en qué es lo que pretendemos. Se piensa en besos y cama, cuando quiera y cuando pueda, pero hasta ahí, no más allá.  Si la otra persona accede, qué bien, si no, ya habrá alguien más que siempre estará dispuesto a tener diversión for free.

Existe una imagen que me gusta mucho para ejemplificar mi idea de free, algo así como querer “comer la cereza del pastel, sin comprar el pastel completo” como cuando los niños pasan su dedo por el pastel para probar el “merengue” y después ya no se lo quieren comer. No se vale, ¿o si? Depende. ¿De qué? De lo que cada uno quiera. Si ambos están de acuerdo en ese tipo de “relación” (que para nada lo es, mas que un intercambio físico) pues adelante, muy respetable. Habrá tiempo para darle satisfacción al cuerpo.

No obstante, aún sigo creyendo –a pesar de todo lo que me ha pasado- que nadie en el fondo quiere ser un “(paréntesis)” en la vida del otro; un “escape" de la realidad, porque al final la soledad es muy dura. Creo que no nacimos para estar solos. Los mejores momentos en la vida se pasan en pareja. Definitivo.

En su mayoría, los hombres son quienes suelen proponer el free y muchas mujeres en aceptarlo, pero ahora sucede también al revés. Es indistinto. Habrá muchos hombres que lo acepten y muchas mujeres que lo propongan, y viceversa. Lo que sí creo es que de una forma u otra, este tipo de interacción ha venido a desvirtuar lo que antes era “la regla sin excepción” para poder estar con una mujer y hombre decente: el noviazgo.

Tanto las mujeres como los hombres hemos sido un tanto culpables para el curso tan desafortunado que ha provocado que ya casi nadie quiera “formalizar” una relación. Pues por experiencias, hombres y mujeres de todas las edades han sido lastimados por eventos sucedidos en un noviazgo, por falsas esperanzas o grandes expectativas dentro de una relación que inicia bien y termina muy mal, o porque ya no necesitas preguntar “¿quieres ser mi novia?” para que una mujer se involucre que con un hombre. Y con esos antecedentes pues ni quien quiera “tropezar de nuevo y con la misma piedra”, así que para eso, mejor no comprometerse, sí gozar del “amor” y de todos los “beneficios” que otorga un noviazgo pero no serlo en realidad.

Todos tenemos miedo de que nos lastimen, eso es un hecho. Pero de ahí que por miedo queramos solamente “meterle el dedo al pastel sin comprarlo” pues queda en cuestión de lo que cada uno quiera en realidad. El estar con una persona dentro de una formalidad, no implica perder la libertad individual, no significa que dejes de lado tu vida o tu forma de ser por agradar al otro o por estar juntos, y mucho menos quiere obligar a alguien a dar lo que quiera dar o a estar con quien y donde quiera estar.

El problema radica cuando verdaderamente nos damos cuenta que queremos siempre estar al lado de esa persona. En el momento que descubrimos que esa persona nos hace vibrar y sentir lo que con nadie habíamos sentido, es cuando ya el free cambia de término (o debería de)  es en el momento en que también nos preguntamos ¿con qué propósito? ¿por qué dar un paso más? ¿para qué? si así estamos bien (¿lo estamos?).

Fuera de todas las preguntas sin respuesta, que en el fondo bien sabemos cuáles son, considero que el valor del “compromiso” se debe exaltar en estos tiempos, y con ello no me refiero a una acta de matrimonio, a un anillo o a un título de “Novia, Novio, Esposa o Esposo”, sino que más bien a estar comprometidos con nosotros mismos de que estamos con la persona que queremos estar y de que estamos seguros de lo que queremos hacer y sobretodo, disfrutarlo. No se vale desperdiciar tu energía con alguien que no lo merezca, que no esté en la misma frecuencia que tú. Pero si cada uno está bien de esa manera (sea cual fuere ésta) es necesario pensar en preponderar lo positivo siempre. Al fin y al cabo, como siempre lo he dicho, cada quien siente como quiere sentir.

La reflexión de hoy es:

“Procura no sufrir por anticipado. Nada más tonto e inútil que eso. Observa cómo muchos de tus temores nunca llegaron a concretizarse. Observa también cómo algunos males casi siempre traen consigo algún bien. Nuestro tiempo y nuestra imaginación deben ser ocupados por el bien, nunca por el mal.”