Hay muchas personas en el mundo, especialmente en USA y Europa que ven el tiempo libre como una amenaza y en consecuencia, sufren. Por lo tanto,y por experiencia propia, comparto que fue imprescindible que, para liberarme de este miedo, cambie mi creencia irracional por otra más racional y adaptativa que me permita vivir más tranquilo. Es decir, debo interiorizar y decirme a mí mismos que practicar lo que los italianos denominan “il dolce far niente” (lo dulce de no hacer nada) es beneficioso y no nos convierte en unos vagos, ni mucho menos, sino en personas que necesitamos descansar y disfrutar de otras cosas que no tengan nada que ver con producir o trabajar.

Para ello, como en toda confrontación de creencias, tenia que buscar pruebas y aportar argumentos que me convenza de que esto es así: El primero es ser consciente de que somos como animales que necesitan descanso. La naturaleza no nos diseñó para trabajar y producir tantísimas horas. Por otro lado, está demostrado que el aburrimiento estimula la creatividad. Grandes descubrimientos de la historia se han producido en mitad de “un dulce no hacer nada”. Además, tenia que dejar de ser tan extremista y exagerado. El hecho de tomar unas horas al día de no hacer absolutamente nada o coger unas merecidas vacaciones no quiere decir que soy una persona totalmente improductiva. Se puede ser una persona activa que lleva a cabo sus obligaciones y rutinas y descansar de vez en cuando, no es incompatible. Todas estas pruebas me demostraron que estaba albergando una creencia irracional sobre el ocio y que debía desecharla de mi mente si quería dejar de sufrir por ello y así fue.

Vivimos en una sociedad en la que se nos impone que tenemos que producir y producir. Nos insuflan la falsa idea de que debemos de tener una vida ocupada, porque si no es así, no tenemos tanto valor personal. Por lo que acumulamos trabajo, cosas que hacer y tareas a lo largo de nuestro día a día, quedándonos casi sin unos minutos para no hacer nada. Por ello mucha gente desarrolla lo que se ha venido a llamar ociofobia o miedo al tiempo libre. Las personas ociofóbicas sienten un gran vacío interior cuando se ven en una situación de ocio, que lejos de generarles disfrute y bienestar, les provoca una enorme ansiedad. Además de ansiedad, estas personas tienden a sentirse muy culpables, como si esa libertad o ese tiempo para el goce no les fuese merecido o como si estuvieran perdiendo un tiempo que podrían invertir en algo más productivo. Las persona ociofóbicas sienten un intenso temor a la posibilidad de sentir aburrimiento, pues eso les supondría algo intolerable, que les generaría malestar y que les recordaría continuamente que no están haciendo nada productivo.

Es por ello que se imponen jordanas de trabajo muy estrictas e intentan tener la mayor parte del tiempo ocupado, bien sea con varios trabajos, aprendiendo idiomas, haciendo un máster tras otro, etc. El caso es que no se permiten tiempo de no hacer absolutamente nada, de simplemente estar en el sofá tumbado tranquilamente, escuchando música o leyendo un libro. Todos los males del hombre proceden de su incapacidad para sentarse en la silla de una habitación y no hacer nada.

En los casos más extremos, estas personas llegan a ponerse ansiosos por estar de vacaciones, pues no saben disfrutar de un tiempo en el que no hay que hacer nada. El hecho de tener tiempo desocupado, en el que no hay que trabajar, ni producir, los desorienta y les hace sentirse muy mal con ellos mismos, como si fuesen unos vagos. Por lo que muchas veces ni cogen vacaciones, lo que acaba por agotarlos física y mentalmente y a ponerlos aún más ansiosos. Aunque ellos ni se den cuenta, ya que prefieren tener el tiempo ocupado por el malestar y la culpa que sienten ni lo hacen.

Evidentemente, esto es fruto de una creencia irracional aprendida. Como he dicho antes, las sociedades industriales son muy responsables de este comportamiento, pero también la educación recibida en nuestra familia o el ser personas responsables en exceso. Estas personas se están continuamente diciendo a sí mismas que el no hacer nada o el aburrirse es algo deplorable y totalmente malo y que ellos no valen nada y son unos vagos si no tienen su tiempo ocupado. También se dicen que hay que aprovechar el tiempo, hasta el último minuto, pues perder el tiempo es algo malísimo.

Ahora bien si eres madre, padre, familiar o cuidador de una persona con alguna enfermedad, es esencial que te cuides a ti mismo. Cuidar de un ser querido puede agotar hasta tu motivación. Aún es más, si eres familiar o cuidador de una persona enferma, o simplemente eres un humano más, con las preocupaciones y problemas que se derivan de su cuidado a lo largo de nuestra dura vida, pueden agotarse nuestra motivación y nuestra energía. Seamos realistas, la vida puede ser muy hermosa, pero también surgen problemas, cargas y varios factores que nos hacen vulnerables al estrés. Por ello, es muy importante que nos cuidemos. Una forma muy efectiva de hacerlo puede ser la relajación. Quizás para algunas personas, el simple hecho de relajarse sea una tarea difícil. 

Escuchar música (la música alegre puede tener un efecto positivo sobre el estado de ánimo, mientras que la música con ritmo más lento puede fomentar sentimientos de depresión. Hay veces, sin embargo, en que la música más baja de ritmo te puede dar una sensación de paz y tranquilidad).

Finalmente permítete no hacer nada, debes en cuando.