Cuando llegan a nuestra Vida situaciones que afectan a nuestra salud, o en cualquier momento de ella necesitamos motivarnos, en especial para desarrollar confianza, puesto que es muy importante saber que siempre hay personas que se interesan por ti. Todo es necesario para mejorar nuestro estado de ánimo, haciendo que se ilumine nuestro rostro aumentando nuestra autoestima, evitando que no decaigamos, y de esta manera aprender a sacarle jugo a la vida, disfrutando del lado bueno de las cosas.

Toda muestra de afecto nos hace comprender el desarrollo de nuestra vida hacia los demás. Todo ser humano está capacitado para recibir y dar afecto, puesto que al mismo tiempo constituye una necesidad, una existencia, sin afecto hacia los demás,s llega en un estado de vacío interpersonal. 

Cuántas veces experimentamos esa acción de dar afecto sin esperar una respuesta, aunque en muchos casos, difícilmente perduren demasiado, debido a que la falta de reciprocidad afectiva hace que al no existir un estímulo personal, no refuerce nuestra conducta. Así, de esta forma, esta motivación va perdiendo fuerza hasta llegar a desaparecer, volcándose en estos casos, hacia otras personas que posiblemente obtengamos mayores compensaciones afectivas.

Podríamos preguntarnos: ¿es necesario demostrar afecto? Sencillamente, si. 

Cuántas veces experimentamos esa acción de dar afecto sin esperar una respuesta, aunque en muchos casos, difícilmente perduren demasiado, debido a que la falta de reciprocidad afectiva hace que al no existir un estímulo personal, no refuerce nuestra conducta. Así, de esta forma, esta motivación va perdiendo fuerza hasta llegar a desaparecer, volcándose en estos casos, hacia otras personas que posiblemente obtengamos mayores compensaciones afectivas.
            
Existen demostraciones de afecto que de por sí son aparentemente rechazadas, y esto es lo que realmente me llama la atención. A veces unas palabras de  afecto, no son agradecidas y es posible que hasta no deseemos recibirlas. Francamente no tiene explicación. 

Todos necesitamos de afecto, aunque estemos físicamente distantes.
            
Es posible que al hablar acerca de expresar esos sentimientos afectivos hacia los demás se nos vengas sensaciones contradictorias. No es fácil expresar lo que a uno le pasa, y muchas veces, tenemos que reconocer ciertos sentimientos que se nos puedan calificar mal, quizás debido a la forma que deberíamos transmitirlos. De esta manera, cuántas veces hemos sentido emociones frente a algo que socialmente no se debe sentir. Por ejemplo: hay momentos que deseamos olvidar y  nuestros deseos serían que ni siquiera se acordaran de uno. Siempre estos casos son de carácter negativos y todo es porque la clave está en no saber atender las formas para poder corresponder a esos sentimientos afectivos.
            
Yo siempre pienso que toda muestra de afecto hacia los demás, son necesidades primarias para nuestra supervivencia de un ser vivo y que no puede ser sustituido por ningún otro recurso disponible. Una de las primeras reflexiones está en nosotros mismos. En la actualidad contamos con números estudios, los cuales se han realizados a través de distintos gabinetes de sociología. Pero pensemos siempre que nadie puede dar lo que no tiene.  Sencilla, pero acertada reflexión que siempre deberíamos tener en cuenta: ¿no será que igual no nos apreciamos a nosotros mismos lo suficiente, y por eso nos cuesta tanto demostrar los afectos a los demás?
             
Dé monos cuentas que todas las variadas manifestaciones afectivas junto con el amor representan la verdadera llave de acceso a los sentimientos más profundos, solo es cuestión de paciencia y comprensión. Pensemos siempre que cada persona es distinta a sus comportamientos y experiencias dentro de su vida personal. Por tanto, siempre serán diferentes a la reciprocidad de dar y recibir demostraciones afectivas. Un ser querido o un amigo no es el que te lo dice, sino el que te lo demuestra.