Siempre he pensado que no podremos resolver los problemas que tenemos hoy pensando de la misma manera en que pensábamos cuando los provocamos. Es así, no podemos conseguir otras cosas si seguimos haciendo lo mismo que veníamos haciendo antes y que posiblemente haya generado la situación en la que hoy nos encontramos o aunque sea, algún problema (consecuencia) de los que debemos enfrentar.

Para esto es necesario, transportarse a un plano superior para mirar nuestra situación desde afuera con la mayor objetividad posible y así ver con claridad. (creo que eso es fácil de aplicar cuando vemos los problemas ajenos, no?) entiendo que es esa misma claridad  la que deberíamos buscar para nuestros temas personales. Y una vez que determinamos aquello que es necesario ajustar, surge la pregunta:  ¿deseamos cambiar?

Cambiar es una acción puramente nuestra que necesita de nuestro impulso, de nuestra decisión y también de nuestra inteligencia. Y siempre vuelvo a lo mismo, nosotros tenemos la capacidad, el privilegio de elegir, es una acción nuestra pero aunque sea nuestra necesitamos ese impulso y motivación (ver que el cambio sea beneficioso), nuestra decisión (que involucre todos nuestros sentidos, que nos ayude a decir no al viejo hábito) y por supuesto nuestra inteligencia, que siempre debería estar presente en nuestras decisiones. Aunque creo que ya de por sí decidirse a cambiar, saber que es necesario hacerlo, ya lo considero inteligente.

A menudo pienso que nuestra vida es como un gran juego de ajedrez, cada decisión que tomamos influye a la larga en las restantes (tanto nuestras como ajenas) y que hay decisiones que son más estratégicas que otras y que requieren más meditación, más reflexión. Si consideráramos esto ante estas, decisiones importantes, meditaríamos, al igual que los grandes jugadores de ajedrez, no sólo la jugada inmediata sino las posteriores por un buen rato y calculo que nos ahorraríamos gran parte de situaciones (consecuencias no deseables) en nuestra vida.

Resumiendo, es importante darse cuenta de la necesidad de cambiar para bien (progresar) y saber que ello requiere ciertos ajustes en nuestra forma de ver/pensar cosas y en nuestra forma de hacerlas y en las cosas que hacemos, por supuesto. Una vez decididos verdaderamente al cambio ello implica toda nuestra energía y nuestra inteligencia. Pero aunque todo esto represente un gran esfuerzo (no tanto de escribir como de hacer) seguramente valdrá la pena.  

Al menos en mi caso, marcó la diferencia para una gran cantidad de cosas de las que me di (y me hicieron dar) cuenta que era necesario cambiar/mejorar.

Ya sé, es así de fácil decirlo y un poco más difícil hacerlo, pero se puede y repito vale la pena!!!