Nadie que sabe que tiene razón necesita que se la den. Creo que sin duda alguna la necesidad de tener la razón es la mayor causa de deterioro y de dificultad en las relaciones interpersonales. Tienes que imponer tu opinión y que la otra persona demuestre su error o ser capaz de doblegarla con tu razonamiento. Tiene que haber un vencedor y un vencido en esa discusión, el vencedor debes de ser tú. Así demostraras tu superioridad y de paso minimizaras a tu oponente.

Se trata de la supremacía del  más fuerte mentalmente, de la mente más predadora, la que sin duda sobrevivirá. Que estupidez. De que te sirve tener razón si tu teórica superioridad te separa de los demás, te hace sentir solo y a la vez en contra del mundo. Te muestra como un ser resentido y dominado por un ego enfermizo.

Seguro que alguna vez has perdido un amigo, una amiga, un amor, o un hermano por la discusión más estúpida y banal que te puedas imaginar. Sin sentido ninguno, y sin posibilidad de llegar a ninguna parte, pero llevada hasta el final, solo, sí, solo, por la necesidad de tener la razón. En ese momento estabas minando una amistad, un cariño incluso de muchos años y tirándolo por tierra. Pero, también estabas aprendiendo algo muy importante, y eso es lo que aquí viene…

Eres un ser espiritual en un cuerpo humano y por lo tanto la relación espiritual es una relación entre iguales, no tienes la necesidad de demostrar que el otro está confundido. No existe alguien que vence y nadie que es vencido. Todos tenemos nuestra opinión y si es sincera, todos tenemos nuestra verdad y no importa que se contradiga con la de otra persona. Siguen siendo verdades, de personas diferentes, pero de seres espirituales iguales.

Quieres ver como comienzan a surgir en tu vida la magia, comienza por probar a evitar durante unos días hacer saber al otro que está equivocado, y verás cómo tu mundo de relaciones cambia.

No tienes por qué morderte la lengua, solo date cuenta antes de hablar y tomar parte en la confrontación de que tu opinión difiere de la del otro, de que no necesitas demostrarle nada, y mucho menos que se equivoca. Si eres capaz, de retenerte en ese instante abras obrado un milagro, has cambiado un conflicto seguro por una respuesta de respeto hacia tu prójimo

A nadie, ni siquiera a ti te gusta que te demuestren que has cometido un error. Sabes que es así, pues entonces porque tener la necesidad de provocar el desagrado en un semejante. Se trata de una relación espiritual, en ella no hay un ser superior ni uno inferior, solo dos seres que se complementan a la perfección con sus diferentes opiniones. De este modo tan sencillo el amor seducirá al rencor en tus relaciones.

Tus hijos son un buen ejemplo de educación saludable, ellos no necesitan que se les muestren sus errores y sus equívocos, sino que necesitan que los guíes. Siempre puedes enseñar sin necesidad de mostrar la equivocación y de hacerles sentir estúpidos o en vergüenza.

Puedes comentar que tu opinión en la circunstancia en particular es diferente, ayudarles a examinar sus propias explicaciones, preguntarles como han llegado a esas conclusiones. De este modo quizás vean de otro modo tu punto de vista y sin tu obligar a nadie, ni ponerles en entre dicho muchas veces delante de sus amigos, conseguir ayudar sinceramente y ganarte el respeto de tus hijos con Amor, Compresión y una mente más abierta. Basta con que en tu interior seas consciente de esta sabiduría espiritual de no necesitar la razón y marcarte como objetivo que los demás sean capaces de ver ese conocimiento por si mismos.

Puedes emplear este nuevo modo de comportarte en el trabajo, con los amigos, con tu pareja, tus hijos. Todos saldrán ganando de la relación con el nuevo TU que ha nacido. Ese TU que no desea tener la razón porque sabe que el que tiene la razón no necesita que se la den. Y mucho menos necesita hacer quedar mal a nadie para imponer su razonamiento. Ese nuevo TU sabe que los demás tienen su opinión y les permite expresarse con total dignidad y libres de temor a quedar en vergüenza.

Patricio Varsariah.